La tierra se movió
las bases despegó
todo se desvaneció.
Las lágrimas, los gritos, las heridas, las muertes, el hambre y la desolación
son los signos que la tierra dejó ver
para demostrar que nada vale más que el ser.
Los objetos adquiridos como resultado del trabajo, el esfuerzo y el ahorro ya no están,lo material se ha ido
el tan ansiado dinero ha perdido su valor
sólo queda aferrarse a la vida con fervor.
Pero el ser humano explota sus dos caras más extremas:
una que demuestra el alto grado de solidaridad que puede llegar a tener
otra a las que muchos pueden llegar a temer
cargada de un egoísmo amparado en el término “sobrevivencia”
que pareciera estar cada vez más cerca de la demencia
donde lo más bajo y vil
sale a relucir.