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martes, 28 de septiembre de 2010

Aquel desvelo

Esa noche me acosté como siempre, como todas.

Un sonido llamó mi atención, era tarde y no podía dormir.

Ese sonido eras tú, invisible hasta entonces para mí.

Ese desvelo nos duró hasta el amanecer, no por insomnio sino por el placer de compartir.

Nos desnudamos... esa noche nos entregamos,

pero no a la carne como puede parecer,

fue una entrega total, la verdad que sí.

Supiste un poco quién era yo

y supe algo de quién eras tú.

Si saberlo, arriba, alrededor o no se dónde,

algo pasaba, algo pasó y está pasando, no sabemos qué es,

pero te siento en mí y así quiero seguir.

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