Si tu mente te traiciona y al mirarme te delatas, sin voltear, yo me quedo justo al frente y culpable me declaro por llegarte tan adentro sin tenerlo pensado.
Confieso sin remordimiento que me contento porque me gusta lo observado, ya que este placer es algo que agrada. El mío es culposo; algunos dirían que el tuyo es delator porque aparece sin saberlo y se descubre ante el resto de la gente que sin querer nos observa, pero al final de todo mi culpa también fue delatada y por lo menos fue consciente, mientras que la tuya, simplemente evidente.
Llega un punto donde no sabes qué es mejor, donde sólo sabes que te gusta mirar y que te miren así... tan distinto. Dudas de la veracidad de su mirar y la duda que transmite tampoco da seguridad. Seguridad que sólo existe en ese momento de conexión cuando nos miramos, donde el mundo atormentado se manifiesta y a ninguno le paramos, lastimosamente es efímero, pero placentero.
No se lo que hice, pero aseguras que mis ojos fueron distintos para ti esa vez. Tú y yo lo podemos saber y quizá sin querer hicimos cómplice a quién de cerca pudo ver lo distinto de nuestras miradas una vez. Un placer culposo y uno delator, al final cada uno tiene un poco del otro, ambos volátiles e inesperados, ignoran si volverá a suceder una noche como esa en el que ella por primera vez se detuvo y no siguió como solía hacerlo. Una noche en la que el sonrió porque al fin su mirada se cruzo con la de él.
Te invito a disfrutar de mi placer sin delatarte ante el resto, te invito a que te delates conmigo y que sin pensarlo al retirarte quieras volver y seguir sumergida entre dos, y que lo culposo y lo delator sean los únicos testigos de dos seres que comparten los que durante segundos los unió.
¡Eres mi placer culposo, que aunque deba disimular no lo logro controlar!
Escrito en colaboración con Woodrow: http://positivopensamiento.tumblr.com/post/3182405843/en-el-capitulo-de-hoy-culposo-y-delator
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